miércoles, 1 de enero de 2020

Los “dichosos” frenillos

ANQUILOGLOSIA, FRENILLO LINGUAL O FRENILLO SUBLINGUAL, FRENILLO CORTO, LENGUA CORTA, LENGUA ANCLADA…

Digo “dichosos” porque ¡¡ anda que no dan guerra !!

Veamos por qué.

Entre las causas más frecuentes de dolor en la lactancia están:

·      la mala colocación del bebé,  tanto la posición del bebé con respecto a la mamá como la posición de su boca y labios con respecto al pezón.

·       la presión ejercida por el dedo de la madre colocado sobre la mama por encima del pezón (gesto que hacen muchas mamás porque piensan –equivocadamente- que su bebé no va a poder respirar bien si está muy pegado al pecho).

·      y la retirada del bebé del pecho sin haber roto el vacío antes con lo cual el pezón se estira mucho aún en succión.
Además la lactancia puede fracasar por mastitis y congestión, grietas que no curan, perlas de leche, falsa percepción por parte de la madre de hipogalactia, estrés, un bebé que llora mucho, aparición de lo dientes, malos consejos profesionales o del entorno, falta de apoyo y por problemas psicológicos.

Y por el frenillo lingual. Causa de muchos de estos problemas.
En la consulta me encuentro con muchos frenillos. La madre cuya lactancia va bien desde un principio no suele ir a los grupos de apoyo. Y en aquellas mamás cuyas lactancias no funcionan, suele haber dos grupos: las que dejan la lactancia pronto sin buscar soluciones –o quizá las buscaron en profesionales no actualizados o no tuvieron suerte en dar con alguien adecuado- y las que saben que dar el pecho es lo mejor y quieren conseguirlo a pesar de los pesares. Son este tercer grupo las que más acuden a los grupos de apoyo. Por eso en mi consulta veo a tantas madres con problemas en sus lactancias.

Así que cuando llega una mujer y su problema sólo es de reposicionamiento, o tal vez nada más de apoyo anímico, o que necesita un poco de información veraz, me quedo gratamente sorprendida pues como os decía lo que más abunda en la consulta son los problemas más gordos. Lo que más veo son lactancias complicadas, a veces realmente difíciles. Mujeres con pezones destrozados por las grietas, con infecciones dolorosísimas, bebés con bajo peso, a veces deshidratados…y algunos problemas mayores.
Y muchos de esos problemas vienen por un frenillo o anquiloglosia.

Definición de anquiloglosia: es el tejido debajo de la lengua que une a ésta con la parte inferior de la boca y restringe el movimiento de la lengua.
En los niños con frenillo corto, generalmente esta banda de tejido se encuentra muy cerca de la punta de la lengua, lo cual deja muy poco movimiento libre, aunque también se presenta como frenillo demasiado corto o inflexible. Antaño las matronas se dejaban una uña larga y se cortaba nada más nacer el bebé. Se diagnosticaba y remediaba al nacer el niño para prevenir problemas de lactancia y del habla. Sin embargo, al ir disminuyendo la popularidad de la lactancia en los años 1940 y 1950, este tratamiento dejó de ser común. Las dificultades que presenta el frenillo corto para la lactancia dependerán del grado de flexibilidad, el largo de la lengua que queda libre y la flexibilidad del fondo de la boca.

He visto sin embargo casos de frenillos muy evidentes que no han dado problemas pues eran muy flexibles, o el pecho de la madre muy moldeable, o ambas cosas a la vez y han conseguido una feliz lactancia, a veces en posturas poco ortodoxas. La colocación al pecho era tan buena que el frenillo no causaba problema alguno. Hago el seguimiento a estos niños hasta más allá del destete pues como maestra y logopeda quiero ver la evolución y consecuencias en cuanto al habla y el desarrollo de la dentición.

 “Si no está roto, no lo arregles”. Esta máxima en lactancia también funciona. Pero es más frecuente que sí haya algo roto: el dolor y la escasa trasferencia de leche son lo más frecuente.

Pero lo normal, cuando hay un frenillo, es que haya dolor y otros problemas, en esos casos sí “hay algo roto que habría que remediar”. Cuáles son las consecuencias a corto y largo plazo de tener anquiloglosia:

·      La primera es la lactancia, problemas en la alimentación, y dolor en la madre. La lactancia no debe doler, nunca, nada. Ni debe cansar al bebé.

·        Después, viene la dentición, mala mordida, ortodoncias…

·         Y más tarde el habla, diferentes problemas en la pronunciación de determinados fonemas.

·    El frenillo impide el desarrollo correcto del paladar duro, que se queda más arqueado y puede provoca apneas. La respiración se hace oral, y se tiende a echar la cabeza hacia atrás para respirar mejor. Esto con el tiempo puede provocar también problemas en la espalda.

·     Problemas gástricos. Al tener dificultades con la lactancia, y la respiración, se ocasionan muchas molestias gástricas. Provoca gases, impide que la lengua se coloque en una posición eficaz y se traga mucho aire.

·         Hay más riesgos de bronquitis, laringitis, faringitis, otitis…

·      Y otros problemas de tipo social como no poder dar un beso con lengua cuando sea mayor, o tener que comer los helados a mordiscos porque cuesta lamerlos.


Y qué signos nos indican la existencia de un frenillo:

o   Dificultad para coordinar succión-deglución: bebé que se cansa y se duerme pero sin haber terminado de comer, no se queda saciado. Tomas eternas.

o    Chasquidos al mamar, el bebé pierde el vacío. Y por tanto coge más aire, lo cual le hace estar más incómodo. Se suelta muchas veces a lo largo de la toma.

o    Utilización de musculatura accesoria, el bebé compensa con los labios y tiene callos o ampolla de succión. O deprime las mejillas. La boca poco abierta, y el labio inferior poco o nada evertido.

o    La compresión excesiva del pezón puede causar vasoespasmo reflejo: la punta del pezón se pone blanca tras toma. La madre refiere dolor, escozor, ardor… Refieren como que el bebé les muerde.

o     El pezón sale de la boca del niño deformado, comprimido o pellizcado como la punta de un pintalabios nuevo, con una cresta de compresión a lo largo del pezón. El pezón puede mostrar una ampolla en la punta, incluso formando una grieta.

o     Puede haber escasa trasferencia de leche, el niño no coge peso.

o    Como el pecho no se vacía bien, puede haber obstrucciones, mastitis, abscesos. Así como descenso de la producción.

o    Limitación de movilidad de la lengua. Se ve torcida, o con el surco marcado, la punta en forma de corazón, o toda ella en forma de cuchara.

o    Pérdida de peso muy elevada y que no recupera pasados los primeros 15 días.

o    Deshidratación, cólico, ictericia neonatal …

o    En visitas hospitalarias hipoglucemias en los primeros días de vida.

Lo que suelo hacer primero es valorar una toma, sin intervenir, ver qué hay, qué no hay, cómo es la relación mamá-bebé mientras hago la anamnesis. Y cuando todo apunta a anquiloglosia valoro la boquita del bebé.

Le cuento a la mamá o a la pareja lo que sé. Valoramos juntas los pros y los contras de la intervención. No todas las parejas deciden intervenir. La palabra “operación” asusta mucho. Me gusta más decir sólo “cortar”. Los padres a veces niegan el problema, no les parece importante, o piensan que se rompe solo o que mejora con el tiempo. Creen que es complicado, la palabra asusta. Y además falta de coordinación de los distintos profesionales a quien vistan, que se contradicen. En nuestra ciudad no tenemos ningún pediatra que corte frenillos posteriores. Los anteriores sí suelen cortarlos a petición de la madre, pero cuando las derivo con diagnóstico de un frenillo posterior (tipo 3-4), los pediatras dicen que no hay. Así que derivamos a profesionales de otras ciudades cercanas, de Madrid fundamentalmente, pero que en la mayoría de los casos son de pago. Este es otro problema añadido pues en estos tiempos de crisis no todas las familias se lo pueden permitir.

En todos los casos doy las pautas oportunas para llevar la lactancia lo mejor posible, haya o no intervención. Y me ofrezco para hacer un seguimiento. Las asesoras  no podemos ni debemos “perseguir” a las madres. Son ellas quienes deben querer salvar su lactancia, quienes han de acudir.

Qué pautas seguir para mejorar la transferencia y el dolor mientras se decide si intervenir o no:

Ø  Poner mucha atención en la posición y colocación al pecho. Procurar un agarre asimétrico: apuntar el pezón hacia el labio superior, hacia su naricilla, para que extienda la cabeza ligeramente hacia atrás, abra la boca bien grande y se coloque al pecho con el labio inferior y la punta de la lengua tan lejos de la punta del pezón como sea posible puede ayudar a lograr esta meta (Eastman 2000).

Ø  Que la madre coloque el labio inferior del niño sobre su areola y use este punto como eje para la colocación al pecho, casi rodando el pecho hacia la boca del niño.

Ø  Apoyo mandibular y apoyo sublingual.

Ø  Las mejores posiciones son las biológicas, ventrales, la madre en tendido prono y el bebé encima.  Rugby y a caballito van bien también.


Ø  En algunos casos, uso de pezonera. Supervisado por una asesora.

Ø  Vigilancia de la producción, puede ser necesario la suplementación y las extracciones











Existen distintas clasificaciones de frenillos. Pero parece que más o menos hay consenso en identificarlos como anteriores y posteriores según la unión esté más cerca de la boca o de la garganta digamos.

En general hablamos de 4 tipos. El 1 y 2 serán los anteriores y el 3 y 4 los posteriores. La mejor manera de verlos es con unas fotos. Da un poco igual diagnosticar un frenillo como 2 ó como 3, o dudar entre 3 y 4 por ejemplo. Lo importante es el problema que este frenillo conlleva, y decidir si intervenir o no. Os dejo unas fotos, el tipo 1  y 4 por ejemplo son muy evidentes, pero sin embargo es más complicado discernir entre un 2 y un 3, o entre un 3 y un 4.










Como se ve en las fotos del tipo 4, no hay una telilla tan evidente como ocurre por ejemplo en el tipo 1 o 2. Y esto es lo que lleva a muchos profesionales a decir que no hay frenillo. Pero sí, es un submucoso que además puede dar más problemas que el resto. De ahí la importancia de la actualización en lactancia de los profesionales de la salud que atiendan bebés y niños lactantes.

Existe también el frenillo labial que provoca que el labio no evierta tan claramente, pero no causa tantos problemas como los linguales. La madre puede vigilar durante la toma e ir sacando con el pulgar cada vez que vea que lo mete.










·   La restricción de movimientos linguales interfiere con una alimentación normal y desarrollo adecuado de la orofaringe y nasofaringe.

·      El frenillo posterior (submucoso, o tipo 4) es más difícil de reconocer pero puede tener más impacto sobre la movilidad lingual.

·       La frenotomía es una intervención sencilla y segura.

·    Si los padres deciden no operar, hay estrategias de manejo de la lactancia que pueden ayudar a compensar.




(Primera edición 6 febrero 2013)
      (Actualizado 2021)

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