El caso de Eva y Mario

Eva es la mamá de Mario. Mario nació hace 7 días. Parto vaginal, con epidural y oxitocina sintética. Pero para el hospital donde ha nacido, un parto bastante bueno…

Mario nació en la semana 39 con 2960 grs, y dos días después le dieron el alta con un peso de 2870, una escasa pérdida. Al día tercero con la subida de la leche la madre no puede dolor pero va aguantando, retrasando o evitando las tomas. El cuarto día se compra unas pezoneras porque alguien le ha dicho que con eso no dolerá. Afortunadamente encuentra una farmacia que distribuye una marca de pezoneras que las hace en distintas tallas y le da la adecuada a su pecho.
Creo que ha sido una suerte, podía haberse encontrado con unas pezoneras de esas gruesas y enormes que entorpecen tantísimo la lactancia.

Y va tirando.

Cuando Mario tiene 7 días vienen a mi consulta. Eva y su pareja están llenos de dudas y temores, pero se relacionan bien con Mario, a quien veo activo. Me cuentan su historia, hablamos, mientras procuro que se sientan relajados, tranquilos, y voy tomando notas mentales de lo que veo. Aprovecho y veo la boca de Mario, descarto anquiloglosia u otros problemas. Eva está bien de salud, el pecho unas grietas en proceso de cura. Las grietas de Eva están casi cerradas. Con mis sugerencias va estando cada vez más cómoda. Se relaja, habla, y llora, como tantas mamás. Es importante que se desahogue y la escucho. Acaba echada en el sofá de la consulta haciendo una toma espectacular en la que Mario mama de maravilla durante un buen rato, sin pezonera, se le oye tragar, a buen ritmo, y se suelta solo totalmente borracho de leche.
La cara de Eva es la misma alegría. Sus ojos lloran pero ahora de emoción.

Ha sido una consulta fácil, un empujoncito para que Mario colocase bien su cara frente al pecho de mamá, un par de sugerencias. Y reforzar todo lo bien que estaban haciendo. Y ya está.

Mario, Eva y papá se han ido a casa contentos y empoderados.

Qué pasaba: simplemente era un  problema postural, cogía al niño por el codo en lugar de por el antebrazo y esto hacía que su boca no estuviera bien enfrentada al pecho. Las pezoneras de la talla adecuada estaban haciendo que se cerrara la herida de las grietas, aunque las tomas no estaban siendo del todo efectivas por lo largas y porque no se soltaba solo. El peso sin embargo no iba mal. (En la balanza de consulta ha pesado 3050 grs).Un movimiento del culete de Mario hacia su madre, y ya. Probar el afianzamiento espontáneo, y ya.

Han salido con información, un par de folletos, dudas resueltas, y sin dolor. Y con la invitación de preguntar todo lo que necesiten.

Ojala todas las consultas fueran así. No es lo habitual desde luego.

Una gran parte de las consultas que me llegan son casos difíciles, casi a la desesperada, después de haber ido al pediatra o a la matrona, incluso al ginecólogo sin haber obtenido una solución.  Algunas veces he tenido que enviar a gente a urgencias por grave deshidratación o algunos problemas gordos que los padres no sabían ver… Así que cuando llega una de estas más “sencillas” por ser posturales, en las que no hay problemas físicos en la madre ni en el bebé, pues se hace hasta raro. Que conste que a todas las parejas las dedico el tiempo que haga falta, tengan problemas “sencillos” o complicados. Puede que físicamente sea fácil, pero el factor psicológico es tan o más importante. La madre (y el padre claro) que viene ha de salir empoderada y con su problema resuelto o al menos encaminado a la resolución, sea fácil o difícil porque para ella es su problema y es importante.

Agradezco a todos los profesores con que me formé como IBCLC las enseñanzas de técnicas de asesoría que para mi trabajo son igual de importantes que los conocimientos médicos sobre lactancia.


Aprovecho para comentar que quedan un par de plazas libres en el curso de asesoría que imparto el día 7 de junio para Lactaranda, en el que se abordarán con especial insistencia todas estas técnicas de las que hablo.
Piel con piel
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