"El marido incrédulo"
A veces te encuentras en situaciones que se salen de lo
corriente o te llaman la atención por lo extrañas. Surrealistas, extravagantes,
curiosas, singulares, atípicas o cuando menos raras…
Pasa de vez en cuando pero no por ello dejan de
sorprenderte.
Este es el caso del "marido incrédulo", y quien
dice marido dice pareja, o puedes decir abuela, hermana, cuñada, amiga… Pero yo
me he encontrado más a menudo maridos. Maridos incrédulos. Que vienen a la
consulta acompañando a su señora esposa y desde antes de empezar a hablar (yo)
ya están diciendo que no se creen nada de lo que les voy a contar.
¿Cómo? ¿Para qué vienes entonces?
El marido incrédulo viene ya con actitud cansada,
derrotista. Se acomoda en el sofá de la consulta quitando incluso sitio a su
sufrida mujer que lucha consigo misma para conseguir que su recién nacido se
enganche bien. Se repanchinga en el sofá, a veces rebatiendo cada cosa que
digo, o cada frase de su mujer. A veces con el móvil en la mano y soltando
suspiritos de aburrimiento absoluto. A veces reclinando la cabeza como quien no
quiere la cosa, cada vez un poquito más atrás… hasta que ¡¡anda, se ha
dormido!! Y la esposa, avergonzada, le
despierta y me pide disculpas…
Yo siempre les disculpo, entiendo que los pobres están muy muy
cansados…
El marido incrédulo va minando poco a poco la escasa confianza
que le queda a su mujer, que ha venido a mí buscando ayuda casi a la
desesperada y como último recurso después de haber intentado ayuda en pediatras
o matronas un poco desfasados.
A veces no mina la confianza de la mujer sino que simplemente
pone palabras a lo que probablemente también anda ella pensando. Que sí, a
veces pasa. Ya os lo conté aquí, cuando dicen que sí pero quieren decir no.
Yo hago mi trabajo, lo mejor que puedo y sé, como siempre intento
que sea. Intentado que sus comentarios suenen absurdos por sí mismos…
El marido incrédulo |
Y entones vuelvo a casa hecha polvo, y hablo con el sabio
que vive conmigo y me aguanta desde hace años. Y me da una respuesta clara
cuando pienso y me pregunto en voz alta: "¿para qué vendrán…?"
-"Pues hija, igual que el que paga para dejar de fumar,
y no lo deja. Igual que el que paga para bajar de peso y se salta la dieta."
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