viernes, 20 de mayo de 2016

"Cuando digo que sí, pero quiero decir que no"

Las madres vienen a mi consulta con problemas en la lactancia, en sus primeros días o semanas. A veces más tarde también.

Hasta aquí, lo normal. Y lo deseable cuando hay alguna molestia o dificultad en la alimentación del bebé y en la lactancia materna. Para eso estamos los profesionales.

Pero me llama mucho la atención cuando llega alguna familia diciendo que quiere lactar a pesar de los problemas que se hayan encontrado, pero ves que hay un trasfondo detrás que te dice que no quieren…

Una vez analizada la situación, valorada la toma, sopesadas las circunstancias de la pareja/familia, realizada una buena anamnesis, como profesional se sugieren pautas a seguir para solventar o aliviar los problemas encontrados. Se sugiere a la madre las distintas posibilidades que hay para dar fin al problema.

Lo normal en este punto es que la madre elija lo que a ella le va mejor y empiece a ponerlo en práctica.

Normalmente en la consulta de seguimiento, que suele ser a los pocos días, ya vienen encantadas con todo bien encauzado. Algunas veces se necesita una tercera consulta, o incluso una cuarta o una quinta. Y siempre un seguimiento vía teléfono, Skype y WhatsApp, que hay aprovechar las ventajas que nos ofrecen las nuevas tecnologías.

Pero ¿qué ocurre esas veces que la madre dice que quiere pero no pone en práctica ninguna de las sugerencias?

¿Por qué algunas familias dicen que sí cuando quieren decir que no?

La psicología de la madre, el cómo se encuentre ella, el porqué de sus decisiones… yo no sé más allá de lo que ella me cuenta y de lo que puedo deducir. Pero yo no lo juzgo. Y sobre todo me pregunto cuál es ese extraño mecanismo que las hace desistir sin haberlo intentado siquiera.

Luego hay familias que no quieren, pero lo dicen desde el principio. O lo dicen cuando lo deciden, por ejemplo después de un comienzo complicado. Toman esa decisión. Y desde luego, se respeta. Las IBCLC no vamos detrás de nadie ni perseguimos madres. No. Pero ese no es el caso del que quiero hablar. Yo me refiero a la que dice que sí, acude a consulta, una o más veces, pero luego no pone en práctica nada de lo que le sugieres como experta y que sabes que funciona.

Por ejemplo, he tenido casos en los que ante una hipoplasia evidente y su hipogalactia consecuente era necesario el uso de galactogogos. Recetados y supervisados por un médico, como debe ser. Pero a los pocos días la madre me dice que no confía en ello y que en su lugar se ha tomado homeopatía. Y claro, me dice que no ha notado nada, ningún aumento en la producción. (Lógico, la homeopatía no funciona, no hay evidencia científica).

O en otros casos en lugar de homeopatía es fitoterapia (ojo, suelen confundirse ambas cosas), y peor aún porque en la mayoría de los casos la madre está tomando algo que no sólo no hace nada, sino que además puede ser perjudicial. (Por ejemplo, el hinojo que se usa mucho, es un producto con alto riesgo. Mira aquí.)

Para evitar gastos innecesarios a las madres, cuando hacen falta suelo ofrecer materiales en préstamo en la consulta. Para que los prueben y valoren si les va bien o no. En este mismo caso que comento, ofrezco a la madre un relactador, después de haberlo probado y después de haberme dicho que sí. Y ocurre lo mismo, al volver a consulta me dice que no lo ha usado. Ofrezco alguna otra alternativa, y ocurre lo mismo.

Presto un extractor hospitalario para ayudar a la producción, y sucede de nuevo igual, que a la vuelta de unos días me dice que no lo ha usado.

Además el bebé tiene algunos problemas que son tratables. Reitero: tratables. Pero la madre no quiere intervenir de ninguna de las maneras. Resumiendo, no lleva a la práctica ni una sola de las recomendaciones o sugerencias.

¿Qué es lo que ocurre en su interior?

¿O quizá en su exterior, en su entono? También he visto casos en que el enemigo estaba en casa: la pareja, o a veces la abuela…

Quizá la sociedad presiona tanto, que todo el mundo sabe que dar el pecho es lo lógico. Reconoce los perjuicios de dar biberones y los riesgos de las leches artificiales. Pero no se quiere lactancia. Entonces, se paga la consulta de un profesional, o varias consultas, o a varios profesionales…  y así tengo la excusa: “lo he intentado porque he ido a la profesional y como no puedo, lo dejo”. Así la madre no se siente tan culpable. ¿Es eso quizá lo que ocurre?

Lo he intentado, así que ya no me siento culpable”. Pero, ¿de verdad lo has intentado? ¿Has tenido el apoyo y la información adecuados?  

Sabemos que la maternidad es dura, y la lactancia, cuando es así de dificultosa a los inicios, más aún… ¿Qué ocurre en el fuero interno de esa madre para preferir no intentarlo pero sin reconocerlo? Y sin embargo hay otros casos muy difíciles en los que la madre lo intenta y lo intenta y lo intenta a pesar de los pesares, y al fin lo consigue. ¿Qué hay distinto entre esas dos madres? ¿Y en aquellas que lo tienen todo a su favor, sin problemas, con buena producción, con un bebé que coge peso bien, sin dolores… pero que no quieren amamantar?

Creo que ahí hay un campo abierto para la investigación…


Yo aquí sigo, haciéndome preguntas. 
Y ayudando a quien lo pide, haciendo todo lo posible, incluso en casos así de “raros”.