El biberón de la noche
Muchas personas lo llaman el “biberón
de ayuda”. Otras el “biberón de refuerzo”
o “biberón de apoyo”. Se trata de un biberón que se da a un niño que en
principio toma pecho, y que la mayoría de las veces es de leche artificial. “Le
ayudo con un biberón”, me dicen muchas madres cuando llegan a la consulta. Y
llegan las más de las veces porque notan que no tienen suficiente leche y/o que
su bebé parece no tener bastante con el pecho.
Muchas de estas mamás han salido
del hospital ya con ese biberón. Otras lo han ido incorporando los primeros
días en casa, bien porque se lo ha comentado otra madre (a veces la propia
madre, la suegra, la hermana… o cualquier vecina o familiar que haya sido madre
antes) o bien porque es el propio pediatra quien se lo ha recomendado.
Este biberón de ayuda* mina la confianza de la mujer en producir leche
suficiente, y en el estado emocional que está una nueva madre, sobre todo las
primerizas, nos creemos todo lo que nos
cuentan… Estamos dudosas, tenemos miedo, respeto, no sabemos si vamos a saber
hacerlo bien… ¡¡De pronto soy una mamá!!
No falla la madre, falla el
sistema.
Si sabemos cómo funciona la
lactancia, el funcionamiento fisiológico del pecho, entenderemos mejor las
cosas. Resumiendo mucho diremos que se produce leche según se demande, es decir:
a más demanda, mayor producción. Si pongo a mi bebé al pecho 10 veces en un día
voy a producir bastante más leche que si sólo le pongo 6 veces. Y ahí está la
clave.
No necesitas el biberón de la noche*. No. Si notas que el
bebé quiere más, le vuelves a ofrecer el pecho. Cuando una madre que opta por no
dar pecho da el biberón a su bebé, si éste se queda con hambre le prepara otro
biberón ¿no? Pues con el pecho es igual: si le das el pecho y notas que se queda
con hambre, le vuelves a dar el pecho. Porque la naturaleza es sabia y el cuerpo
funciona muy bien (salvo raras excepciones) y producirá más cantidad si nota
que hay más demanda.
El problema de ofrecer ese
biberón esporádico es que puede crear confusión al bebé puesto no que es igual
la forma de mamar un pecho que la de succionar un biberón, las posturas son
distintas, los músculos implicados son usados de distinto modo. Hay niños a los
que esto no les crea problema alguno, pero son los menos. Dar biberón conlleva unos riesgos.
Y el segundo problema pero para
mí el peor, es que ¡¡se tarda dos semanas en restablecer la flora intestinal
después de una sola toma de leche artificial !! No dar leche humana, tiene unos riesgos.
Pero si una madre me dice que le
da ese biberón porque cree que no tiene leche suficiente, habría que mirar por
qué lo cree. Yo creo en la lactancia, pero creo en las madres: si la madre
piensa que hay un problema, veamos por qué y cómo resolverlo.
Muchas veces es solo falta de
información o interpretación errónea de lo que se supone que es normal. La
mayoría de las veces es postural. Y luego están los dichosos frenillos. Algunas
enfermedades. Pero para todo hay remedio.
La pena es cuando no están
seguras pero tampoco piden consejo o ayuda a los especialistas en la lactancia.
O cuando los consejos, aunque bien intencionados, son erróneos o vienen de
quien realmente no sabe del tema.
Si tengo un problema muscular,
voy al fisioterapeuta. Si es de huesos, al traumatólogo. Si de dientes, al
especialista… Y así un montón de especialidades. Pues bien, si tengo un
problema con la lactancia acudo al especialista de lactancia, que NO suelen ser el
pediatra o a la matrona, es la Consultora IBCLC – que puede que también sea pediatra o matrona, pero no
siempre es así –.
Como digo, no es necesario ese
biberón de la noche en la gran parte de los casos. Pero si de verdad tuviera
que darle leche “de ayuda” a mi bebé, se la puedo dar de otro modo que no sea con biberón, y puede ser leche extraída y no de fórmula, o quizá donada, de
banco… Siempre hay opciones.
Porque un biberón suele ser el
camino de otro, y el principio del fin de la lactancia.
Nota: no ilustro con fotos de niños tomando biberón porque ese no es el modo normal de alimentarse.