Llegar a ser IBCLC o un ejercicio de paciencia
Desde que decidí dedicarme
profesionalmente a asesorar y ayudar a las madres lactantes, son muchos los
ejercicios de paciencia que he tenido que hacer.
No es fácil tener paciencia.
Según wikipedia, esto es paciencia: La paciencia es la actitud que
lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para
conseguir algún bien. De acuerdo con la tradición
filosófica, "es la constancia valerosa que se opone al mal, y a
pesar de lo que sufra el hombre no
se deja dominar por él"
Son sinónimos de paciencia:
serenidad, resignación, conformidad, temple, aguante, estoicismo, mansedumbre,
perseverancia, sosiego, tolerancia, tranquilidad, calma, entereza, flema.
Y sus antónimos:
desasosiego, intranquilidad
Esto dice la RAE sobre la
paciencia:
Paciencia: (Del lat. patientĭa).
5. f. Resalte inferior del
asiento de una silla de coro, de modo que, levantado aquel, pueda servir de
apoyo a quien está de pie.
Me quedo con las acepciones 1, 3
y 4.
Capacidad de soportar o padecer
algo sin alterarse. ¡Pero qué difícil es no alterarse cuando deseas tanto una
cosa!!
Facultad de saber esperar cuando
algo se desea mucho. Sí deseo mucho, llevo deseando ser IBCLC desde hace años.
Un deseo profundo y bien arraigado en mí.
Lentitud para hacer algo. ¡¡Yo
no, ellos!!
¿Y por qué digo todo esto?
Porque cuando después de años de
experiencia como asesora voluntaria en el grupo de apoyo que fundé, haciendo visitas domiciliarias y hospitalarias, y atendiendo en su sede,
y después de años de formación y estudio decido presentarme a IBCLC en 2011, no
puedo hacerlo porque tengo programada una delicada operación de mi pie izquierdo
para aquellas fechas. No podía arriesgarme a que me coincidiera, y bien no
poder ir a examen sin que me reintegraran el dinero de la matrícula por
coincidir fechas, o bien, no poder ir por no poder andar. Estuve varias semanas
sin poder andar.
Paciencia. Espero otro año. Y así sigo cogiendo experiencia y me
sigo formando.
Llega 2012 y cuando voy a hacer
los papeles me frenan porque no soy personal sanitario. Ese año se cambian los
requisitos para acceder al examen, y sin ser personal sanitario se convierte en
tarea poco menos que imposible.
Pero yo lo deseo.
Paciencia de nuevo. No pienso tirar la toalla. Sé claramente lo que
deseo ser, lo que deseo hacer, dónde deseo estar, lo que me gusta hacer. Así
que con paciencia, toda la del mundo,
¡otra vez! empiezo mi formación en el campo de la sanidad para obtener titulación
y formación en esas 14 materias que exigía –exige– el IBLCE.
Y de nuevo haciendo ejercicio de paciencia consigo mis créditos
sanitarios a la vez que compagino mi familia, mi trabajo como docente y la labor
de asesoría. Fue duro.
Y por fin en 2013, después de
valorar cuidadosamente mi curriculum y no sin varias incidencias resueltas a mi
favor finalmente, consigo matricularme a examen.
Aquí tuve que volver a tirar de
la preciada cualidad de ser paciente.
Hasta el mes de abril, a finales, no me confirmaron desde Austria que podía
presentarme. Justo cuando a mi madre le diagnostican su segundo cáncer. En un
mes ingresó y le dieron un mes más de vida. En dos murió. No hace falta que
explique cómo me sentí y aún me siento. No hace falta que explique lo difícil que fue
estudiar o sacar tiempo para ello en aquellas circunstancias, cuando cada
momento libre viajaba a su ciudad para poder estar con ella unos minutos más…
Murió a finales de junio. Y el
examen era a finales de julio.
Pero otra dura prueba en el
camino: mi padre cae también con cáncer, y una depresión y tristeza infinita.
Sólo 15 días antes del examen tenemos que viajar todos a Salamanca para su
operación, que no fue bien.
Mientras tanto me extraña que no
recibo notificación alguna desde Austria, la central europea de IBLCE, con
datos concretos del examen. Es el primer año que se va a hacer por ordenador y
el primer año que no solo se hace en Madrid sino que se puede celebrar en
varias ciudades, y el primer año que hay hasta tres días para hacer el examen.
No hay noticias, ni en el correo electrónico ni en el teléfono ni el
buzón. No quiero ser pesada, impaciente,
y espero, espero y espero sin decir nada. Pero no puedo más. Finalmente después de un par de mails y de
llamadas consigo hablar con Ilse Bichler, que es encantadora y fue muy amable
conmigo. Entre inglés y francés nos entendimos. Había sido un error por parte
de la organización pues no me habían enviado el mail de aviso donde se daban
las instrucciones precisas para solicitar fecha y lugar de examen. ¡¡Ahí
también tuve que trabajar la paciencia!!
Arreglado el asunto ya sé que me examino el día 30 de julio, en Madrid.
El examen, del que no se puede
hablar, fue duro, y largo. Pero por ordenador me pareció muy llevadero. Mi paciente marido me esperó toda la
mañana, haciendo tiempo, dando vueltas por la zona.
Y tres meses después los resultados.
¿Acaso no es eso tener paciencia? ¡¡Y
bien de ella!!
A mitad de octubre empiezo a
ponerme nerviosa: “¿qué habrá pasado?” En cualquier caso ya no tiene remedio,
el examen hecho está. Pero estos tres meses sólo me acuerdo de las preguntas en
las que tuve duda o de aquellas que sé que tuve mal.
Y empiezo a visitar la web de
IBLCE. Mensaje: “please check back in late October” Al principio sólo una o dos veces al día. Pero luego
la paciencia se termina y empecé a
visitar la web en cuanto tenía oportunidad. Y al final me puse un enlace
directo en la pantalla principal del
móvil. ¡¿Obsesión?! O ¡¿Impaciencia?!
¿Será hoy? ¿Tal vez mañana? ¿Qué
quiere decir finales? ¿Finales es desde el día 25 o desde el 28? ¿O desde el 30? ¡Qué desasosiego por favor!
Pues bien, finales fue el final,
el día final. Hasta el día 31 de octubre no se cambió el mensaje en la web.
Esta vez ponía algo así como “you can access the IBLCE Registry at 3 PM
Eastern Time (Washington, D.C., USA) November 1, 2013 to determine
certification status”
O sea, resignación. Las últimas horas fueron más largas si cabe que los
tres meses anteriores juntos.
Día 1 de noviembre, festivo en
España. 15 horas en Washington son las 20 horas en España. No me pilla en mi
casa. ¡¡Qué estrés!!
Fueron minutos muy largos porque la web se colapsó.
Quiero pensar que este ejercicio de paciencia
a gran escala que llevo haciendo tanto tiempo, lo están haciendo también otras
decenas de personas en todo mundo que hoy buscan conmigo sus resultados. A las
20h38 por fin consigo ver mi resultado. Soy IBCLC. Pero hay que esperar los
resultados oficiales que llegan por carta “en los próximos días”.
¡Vaya! ¿Cuándo es eso? Calma, sosiego, paciencia de nuevo… Pienso
que quizá el lunes 4 esté ya el correo. Y ese día voy a trabajar hasta con angustia y una mezcla de inmensa
alegría. Pero no lo quiero hacer público hasta que no tenga mi credencial. ¿Os
imagináis de verdad cómo se te pone el cuerpo en una espera de tal calibre?
Martes, miércoles, jueves, viernes, y nada. Esto ya es angustia. Siguiente
semana, el lunes recibe mi compañera de estudios de Barcelona, Maribel Matilla su diploma… uf, se me ponen los
dientes largos. El martes mi compañera Esther Esteban, de Amamanto, recibe el
suyo. Ella está en Miranda. Las cartas entran por el norte, ¿no? Ya no sé qué
pensar. Miércoles, nada. Jueves, nada. Viernes, ¡tampoco! ¡¡Dos semanas ya!!
Espero y desespero. Ese sábado operan a mi marido. Mi padre continúa muy
enfermo. Y yo estoy ya saturada de preocupaciones como para soportar esta otra
espera.
Y por fin el lunes 18 de
noviembre de 2013 me llega la deseada carta. Justo el día que me confirman que
a mi padre le quedan unos días de vida…
La espera ha sido eterna... ¡¡¡Son muchos días!!! Una espera tan larga como cuando mi hija pequeña quiso nacer 3 días
después de su FPP, fecha en la que yo había depositado todas mis esperanzas.
Toda esta historia ha puesto a
prueba mi paciencia. ¿No creéis?
¿Acaso no pondría a prueba la de
cualquiera?
Y lo peor, es que no sé si me
queda cuerpo para celebrarlo, después de tanto esfuerzo, dadas las duras circunstancias...
Edito el día 3 de diciembre de 2013. Mi padre falleció el miércoles pasado, 27 de noviembre, sólo 9 días después de recibir mi nota. Y 5 meses después del fallecimiento de mi madre. Días difíciles...
Otras formas de dar la leche al bebé sin usar biberones
Es difícil desplazar
el biberón en nuestra sociedad en la que automáticamente se relaciona a los bebés y los lactantes
con esa imagen, y si no mira cómo se anuncia un sillón de lactancia en una
tienda de puericultura de mi ciudad.
Cuando te quedas
embarazada enseguida te regalan biberones y chupetas, o los compras pensando
que igual los necesitas. Nada más lejos de la realidad. A no ser que de
antemano hayas decidido (sabiendo los riesgos)
no dar el pecho, no deberías acordarte siquiera de que existen esos artilugios.
Si una vez atendida
por un buen profesional de lactancia, (una IBCLC o una buena asesora, o un pediatra o
matrona con actualización en lactancia) fuera de recibo dar complementos al
bebé, hay maneras de hacerlo.
Primera opción: leche
de la propia madre. Extraída previamente claro.
Segunda opción: leche
de donante (hablaremos de ello en otra ocasión) o de banco de leche.
Tercera opción: leche
artificial o llamada leche de fórmula.
Estos complementos
puedo darlos de muchos modos, pero cuando no queda más remedio que darlo en
bibe ya os expliqué aquí que es mejor con método kassing.
Este método sí usa
biberones, pero con ritmo controlado. Ya lo vimos aquí.
Está también la
opción CALMA de Medela. Que como al fin y al cabo sigue siendo un biberón,
mejor haciéndolo con la técnica de Kassing o ritmo controlado.
El Biberón con tetina
CALMA se anuncia como que tiene la longitud correcta (pues el pezón se alarga
hasta el doble de su longitud cuando el niño mama). Lo bueno que tiene es que
la leche no fluye automáticamente sino que el bebé tiene que esforzarse para
obtener la leche haciendo el vacío. Es el lactante quien regula la velocidad
como haría en el pecho, permitiendo una succión-deglución-respiración
correctas. Si lo pones boca abajo no gotea, ni siquiera apretando la tetina,
hay que succionar para que salga la leche.
Esta tetina puede
requerir un poco de paciencia, sobre todos si el bebé ya probó otras tetinas. A
mí personalmente no me gusta nada, pero reconozco que sobre todo para abuelas
(cuidadoras cuando la madre no está) que en su día no lactaron y que son
reacias a dar la leche con otros medios, es una buena solución. Y en guarderías
lo aceptan bien.
Los padres y los
cuidadores contratados en casa suelen estar más abiertos a otros métodos cuando
es la madre quien lo indica. Muy a menudo veo que las guarderías sobre todo no
quieren –o no pueden por falta de tiempo y exceso de bebés– usar otra cosa que no
sea biberón.
Así que, sin usar biberones, estos son
los métodos para complementar:
Otras formas que no
requieren ni biberón ni tetina. Y que son más sencillas, económicas y
respetuosas:
1.- Vasito.
Es increíble ver lo
bien que beben la leche los bebés de un vasito, incluso los prematuros. Me
gusta enseñar a las madres vídeos de otros bebés haciéndolo, porque se quedan
maravilladas. Y más las abuelas. Si están en la consulta y hemos decidido
probar con el vaso, hacemos extracción manual y probamos con unos mililitros.
Esto da mucha tranquilidad a la madre porque le demuestra las habilidades que
tiene su bebé y satisface al bebé, que cuando hemos llegado a esta situación
suele ser por hambre.
Es un método simple,
que evita la confusión. No confunde aunque tampoco estimula la succión. Pero es
válido para los primeros días, no a largo plazo. Es un método útil, simple,
práctico y bajo de costo, aunque pasivo.
Y cuando son más
mayores y te reincorporas al trabajo remunerado, la leche que te saques que la
beba en vaso, en vaso normal. El primer día derramará algo, pero enseguida
dominará la técnica. Y así te saltas el paso por los biberones, que NO es
obligatorio como mucha gente piensa. Un niño de pecho no tiene por qué tomar un
biberón nunca.
2.- Cucharilla /
recipiente cuchara.
La cuchara es útil
para el calostro los primeros días. En las consultas hospitalarias ayuda
a las madres a extraer el calostro y dárselo al bebé. Para bebés muy
adormilados o que les cuesta cogerse al pecho.
El uso de la cuchara
es transitorio, hasta que se agarre al pecho. Sólo puede hacerse con cantidades
pequeñas, y es un proceso lento.
Luego, más mayores,
hay métodos que se parecen a la cuchara. Por ejemplo el Soft Cup de
Medela, o cualquier biberón cuchara del mercado. Estos son más rápidos y
eficaces.
3.- Jeringa dedo o sondas:
Reconozco que son mis
preferidos. Llevo años comprobando cómo funciona y lo bien que lo admiten las
madres y sus hijos.
Consiste en una
jeringuilla, generalmente de 20 ml, con un dispositivo finger–feeder. Puede
hacerse sin él, pero es preferible para alargar la cánula de la jeringa y
además es más blandito que la jeringa por si sin querer rozamos la boca del
bebé.
Está indicado para
estimular la coordinación succión/deglución con respiración. El bebé ejercita
los músculos linguales. Sirve para reeducar la succión. Y el bebé relaciona su
esfuerzo con la obtención de leche, igual que ocurre al pecho.
Este método es válido
para la suplementación a largo plazo.
4.- Sonda sin agarre al
pecho:
Sería un poco lo
mismo, pero en lugar de finger-feeder hay sonda. La sonda va a un
recipiente donde está la leche y se une al dedo. Igual que el método anterior
reeduco la succión.
5.- Sonda con agarre al
pecho, o relactador.
Volvemos a lo mismo,
pero aquí el bebé succiona el pecho y obtiene la leche del recipiente al que
esté conectada la sonda y además del pecho. Puede que la madre aún no tenga
leche o esté tratando de aumentar su producción después de algún problema.
Válido para inducción de lactancia en casos de adopción por ejemplo, siempre
que el bebé no haya perdido su reflejo de succión. Es ideal porque si el
bebé sabe succionar, estimula el pecho a la vez que asegura la transferencia de
leche.
Hay relactadores que
se venden tal cual, o se puede hacer uno casero con una sonda que te vendan en
farmacia o te den en un centro de salud u hospital si tienes contactos. La
práctica me dice que en las farmacias es harto difícil conseguir las sondas. Yo
trabajo con sondas que me dan las matronas del hospital.
Para elegir el medio
para suplementar consulta con tu asesora o con tu IBCLC más cercana. Ella te
ayudará a valorar qué método es mejor en tu caso. Hay que considerar tus
preferencias, tus expectativas, la cantidad que hay que darle, durante cuánto
tiempo, el coste…
ACLARACIÓN: la leche de vaca es uno de
los mayores alérgenos. (También lo son el huevo, el pescado y marisco, y los
frutos secos.) Aclaro que la leche de bote o leche de fórmula o leche infantil
tipo 1 (y tipo 2 y la leche tipo 3), o como la queramos llamar, es LECHE DE
VACA, a la que le quitan y le añaden
componentes para tratar de que sea en algo parecida a la materna, aun sin
conseguirlo claro. Es que hay muchas personas que no se han dado cuenta aún de
que la leche que no es materna, por
mucho que sea para niños, no es la leche de su especie, es leche de vaca y como
tal muy alergénica.
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El biberón de la noche
Muchas personas lo llaman el “biberón
de ayuda”. Otras el “biberón de refuerzo”
o “biberón de apoyo”. Se trata de un biberón que se da a un niño que en
principio toma pecho, y que la mayoría de las veces es de leche artificial. “Le
ayudo con un biberón”, me dicen muchas madres cuando llegan a la consulta. Y
llegan las más de las veces porque notan que no tienen suficiente leche y/o que
su bebé parece no tener bastante con el pecho.
Muchas de estas mamás han salido
del hospital ya con ese biberón. Otras lo han ido incorporando los primeros
días en casa, bien porque se lo ha comentado otra madre (a veces la propia
madre, la suegra, la hermana… o cualquier vecina o familiar que haya sido madre
antes) o bien porque es el propio pediatra quien se lo ha recomendado.
Este biberón de ayuda* mina la confianza de la mujer en producir leche
suficiente, y en el estado emocional que está una nueva madre, sobre todo las
primerizas, nos creemos todo lo que nos
cuentan… Estamos dudosas, tenemos miedo, respeto, no sabemos si vamos a saber
hacerlo bien… ¡¡De pronto soy una mamá!!
No falla la madre, falla el
sistema.
Si sabemos cómo funciona la
lactancia, el funcionamiento fisiológico del pecho, entenderemos mejor las
cosas. Resumiendo mucho diremos que se produce leche según se demande, es decir:
a más demanda, mayor producción. Si pongo a mi bebé al pecho 10 veces en un día
voy a producir bastante más leche que si sólo le pongo 6 veces. Y ahí está la
clave.
No necesitas el biberón de la noche*. No. Si notas que el
bebé quiere más, le vuelves a ofrecer el pecho. Cuando una madre que opta por no
dar pecho da el biberón a su bebé, si éste se queda con hambre le prepara otro
biberón ¿no? Pues con el pecho es igual: si le das el pecho y notas que se queda
con hambre, le vuelves a dar el pecho. Porque la naturaleza es sabia y el cuerpo
funciona muy bien (salvo raras excepciones) y producirá más cantidad si nota
que hay más demanda.
El problema de ofrecer ese
biberón esporádico es que puede crear confusión al bebé puesto no que es igual
la forma de mamar un pecho que la de succionar un biberón, las posturas son
distintas, los músculos implicados son usados de distinto modo. Hay niños a los
que esto no les crea problema alguno, pero son los menos. Dar biberón conlleva unos riesgos.
Y el segundo problema pero para
mí el peor, es que ¡¡se tarda dos semanas en restablecer la flora intestinal
después de una sola toma de leche artificial !! No dar leche humana, tiene unos riesgos.
Pero si una madre me dice que le
da ese biberón porque cree que no tiene leche suficiente, habría que mirar por
qué lo cree. Yo creo en la lactancia, pero creo en las madres: si la madre
piensa que hay un problema, veamos por qué y cómo resolverlo.
Muchas veces es solo falta de
información o interpretación errónea de lo que se supone que es normal. La
mayoría de las veces es postural. Y luego están los dichosos frenillos. Algunas
enfermedades. Pero para todo hay remedio.
La pena es cuando no están
seguras pero tampoco piden consejo o ayuda a los especialistas en la lactancia.
O cuando los consejos, aunque bien intencionados, son erróneos o vienen de
quien realmente no sabe del tema.
Si tengo un problema muscular,
voy al fisioterapeuta. Si es de huesos, al traumatólogo. Si de dientes, al
especialista… Y así un montón de especialidades. Pues bien, si tengo un
problema con la lactancia acudo al especialista de lactancia, que NO suelen ser el
pediatra o a la matrona, es la Consultora IBCLC – que puede que también sea pediatra o matrona, pero no
siempre es así –.
Como digo, no es necesario ese
biberón de la noche en la gran parte de los casos. Pero si de verdad tuviera
que darle leche “de ayuda” a mi bebé, se la puedo dar de otro modo que no sea con biberón, y puede ser leche extraída y no de fórmula, o quizá donada, de
banco… Siempre hay opciones.
Porque un biberón suele ser el
camino de otro, y el principio del fin de la lactancia.
Nota: no ilustro con fotos de niños tomando biberón porque ese no es el modo normal de alimentarse.
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