Las mujeres tenemos la capacidad y el poder de alimentar a nuestros
hijos. Tenemos dos mamas preparadas para lactar. Somos mamíferos. Si hemos llegado
hasta aquí como especie es gracias al amamantamiento. ¿Crees que hace dos mil
años había leches artificiales?
Otra cosa es que hay empresas, muy poderosas y con muchas
influencias, que fabrican leche artificial y como es lógico quieren vender su
producto. Y lo publicitan haciéndonos creer que es más moderno y libera a la
mujer de sus obligaciones…
No quiero meterme en camisas de once varas con el
neofeminismo, neomachismo, feminazismo… y disertaciones varias.
Sólo quiero contarte que dar el pecho es lo normal en
nuestra especie. No es que sea lo mejor,
o lo recomendado, o lo más beneficioso. NO. Simplemente es lo normal, lo
lógico. No hay más explicaciones.
Y los que defienden la leche artificial serán los que tengan
que demostrar por qué. Yo no hablo de ventajas de amamantar, hablo de
riesgos de no hacerlo. Los efectos secundarios de no dar lo lógico a tu bebé, leche
materna, son el problema. Y muy grave.
Si no quieres hacerlo, no quieres: problema tuyo. Pero si sí
que quieres y hay problemas… ummm, ¡¡qué papeleta!!
¿Problemas con la
lactancia?
Amamantar no debe doler, nada, nunca.
Así de sencillo.
Lo normal es que todo vaya bien. No te asustes antes de tiempo. No tiene por qué haber problemas. Pero en ocasiones los hay. Por desgracia a veces hay dolor y/u otros problemas.
Podemos encontrarnos con
ingurgitación o plétora,
grietas,
baja producción de leche (
hipogalactia),
pezones planos y/o invertidos,
mastitis, mastalgias,
perlas de leche, niños que cogen poco peso,
bebés con problemas de succión, madres con
problemas médicos, madres con
poco tejido glandular,
huelgas de lactancia...
¿Qué pasa si hay dolor?
Primero: recuerda que todo, todo, tiene remedio. Todo se
puede arreglar.
Segundo. Disponer de información veraz y contrastada,
ofrecida por un profesional de la lactancia (es decir, un
IBCLC), ya desde
antes del inicio. (Es recomendable una consulta pre-parto.)
Tercero. Si hay un problema buscamos la causa y la abordamos.
NO cogemos atajos.
Cuarto. Hay que saber delegar. ¡¡Si no sabes qué pasa, pregunta!!
Y esto lo digo por el personal de salud que atiende en primera instancia a la
pareja madre / bebé. Un pediatra o enfermera, matrona, o ginecólogo que no se
ha actualizado en lactancia es muy probable que ante un problema te dé un mal consejo
en forma de biberón. Estaría bien reconocer que no sabes, y derivar a quien
sepa, en lugar de fastidiar una lactancia que con la ayuda adecuada podría
haber continuado sin más pegas.
Invertir en salud no sale caro.
Una consulta a tiempo con tu
profesional de lactancia puede ahorrarte problemas futuros.